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BOHIO: El dilema fronterizo: prohaitianos, antihaitianos?

BOHIO: El dilema fronterizo: prohaitianos, antihaitianos?

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Fecha: Wed, 4 Oct 2006 11:44:36 -0400
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-------> MESSAGE ORIGINAL

CIUDADES Y FRONTERAS

El dilema fronterizo: ¿prohaitianos, antihaitianos?

http://www.clavedigital.com/Firmas/Articulo.asp?Id_Articulo=7869

Nuevamente la gente de la frontera ofrece una lección interesante al país y
aborda su relación con el vecino a partir de las mutuas conveniencias
identificadas y no desde las consideraciones ideológicas
Haroldo Dilla Alfonso
TamaÑo del texto: Aumentar Disminuir Reestablecer

Durante decenios la población dominicana ha sido socializada en una serie
de valores de rechazo a todo “lo haitiano”, desde el inmigrante constante y
sonante hasta sus diferentes manifestaciones culturales. Al decir del
eminente intelectual dominicano Andrés L. Mateo, la dominicanidad fue
despojada de sus propios valores a costa de subrayar la diferencia con lo
“opuesto”, la haitianidad.

Fue una ideología antihaitiana orgánica a la manera como Haití y sus
habitantes han sido subordinados en el esquema productivo de la isla (y del
Caribe en general) desde principios de siglo: como suministradora de mano
de obra barata y desprotegida. Y una ideología finalmente consagrada en los
anaqueles oficiales de la dictadura trujillista.

Afortunadamente las experiencias migratorias de los dominicanos, los
contactos culturales de ambas nacionalidades, el aumento del nivel
educacional, en resumen, la vida misma, han ido cambiando esta situación. Y
aunque aun hoy existen personas con ideologías netamente antihaitianas
(como también existen haitianos con ideologías netamente antidominicanas)
estas no son representativas y se abre paso un abanico de percepciones
matizadas que ya no caben en las simplicidades extremistas de los PROS y de
los CONTRAS.

Un caso particularmente complejo es el de la frontera, sobre todo desde que
a principios de los 90s se abrió la actividad comercial y se intensificaron
los contactos personales. En este sentido, la pregunta es, ¿como percibe el
habitante de la frontera a sus vecinos haitianos? ¿Se puede decir que es
antihaitiano (como desearían quienes la imaginan como un “confín de la
patria”) o crecientemente solidario y hermanado con sus vecinos
occidentales, como sospechan en el lado opuesto del espectro?

Aclaro que este no es mi campo de mayor interés. Y por ello quiero invitar
a la colega Sobeida de Jesús, quien prepara un enjundioso estudio sobre el
tema, a que escriba en breve un articulo más documentado referido a ello.
Ahora solo deseo adelantar algunas ideas basadas una encuesta desarrollada
recientemente en tres provincias (Elías Piña, Bahoruco e Independencia),
donde, con el permiso de la institución patrocinadora, incluimos varias
preguntas sobre el tema.

Esta encuesta fue aplicada a 262 personas provenientes de un universo de
beneficiarios de microcréditos. Por tanto nada permite asegurar que se
trata de personas representativas de la población local, pero tampoco nada
permite negarlo. En última instancia podemos asegurar que su composición es
muy similar a la población adulta de estas provincias con ligeras
desviaciones respecto a los índices de masculinidad (aquí había más
mujeres), a la proporción de jóvenes (había menos jóvenes) y probablemente
eran también ligeramente más prósperos económicamente que la media de sus
respectivas provincias.

La primera información es que cerca de la mitad de las personas encuestadas
afirman que sostienen relaciones económicas con los haitianos, y algo menos
de un 20% las sostienen con frecuencia, llegando a constituir un pivote
económico básico de la familia. Pero en una provincia limítrofe como
Independencia sostenía relaciones el 58% y con mucha intensidad el 32%.
Debo anotar que el hecho de que una quinta parte de las familias dependan
de esta relación es un dato notablemente alto.

Estas relaciones eran fundamentalmente comerciales (compras y ventas de
productos en más del 50%) y en menor medida contratas de trabajo (16%).

El 63% de las personas (el 84% de los de Independencia) consideraban que
sin haitianos la situación empeoraría; un 19% creía que sería igual y un
11% opinaba que sería mejor. O en otras palabras, casi dos tercios de estas
personas creían que la relación económica con los haitianos les resultaba
beneficiosa.

Sin embargo, la situación se complica cuando se trata de definir que tipo
de contactos estarían dispuestos a aceptar: siempre más de la mitad (y más
de un 80% en Independencia) quieren seguir comerciando, o aprueban que
sigan viniendo a trabajar o a visitar. Pero en todos los casos menos del
20% quiere que vivan en República Dominicana.

Como dato final agregaría que estas actitudes variaban según la ubicación
social de los encuestados. De manera que las mujeres, los jóvenes y las
personas con mayor nivel educacional son más proclives a aceptar la
relación con Haití. Así, por ejemplo, el 70% de los universitarios creía
que todo iría peor sin Haití contra un 56% de personas con menos de cuatro
grados. Un dato alentador que debe ser apreciado.

En resumen, estos habitantes de la frontera perciben a los haitianos a
través de un prisma utilitario, de manera que los aceptan como
indispensables pero no les gustan como vecinos.

Ello significa dos cosas.

Primero, que en la misma medida en que la apertura fronteriza ha marchado
casi exclusivamente de la mano del mercado, ha habido poco espacio para
fomentar las relaciones de “solidaridad y hermandad” que algunas
instituciones y sus voceros quieren ver en la frontera, confundiendo deseos
y realidades. Es el resultado, por lo demás, de la carencia de un enfoque
multicultural en la educación.

Segundo que esto no es absolutamente negativo, y creo que constituye un
primer paso de avance para el necesario entendimiento entre ambas
poblaciones, aun cuando conserven sus texturas culturales, sus estilos de
desarrollo y sus soberanías políticas. Pero solo un primer paso que debe
continuarse en mayores esfuerzos en pos de la institucionalización y el
desarrollo fronterizo.

Nuevamente la gente de la frontera ofrece una lección interesante al país y
aborda su relación con el vecino a partir de las mutuas conveniencias
identificadas y no desde las consideraciones ideológicas que se preconizan
en ambos extremos. Y clama por políticas adecuadas a esa realidad compleja
que no quiere admitir las simplicidades mentales de los PROS y los CONTRAS.

Demos la palabra a la gente de la frontera. Tienen derecho.

-------> FRANCAIS (ATTENTION: CECI EST UNE TRADUCTION AUTOMATIQUE NON REVISEE

http://www.clavedigital.com/Firmas/Articulo.asp?Id_Articulo=7869

VILLES ET FRONTIÈRES
Le dilemme frontalier : prohaitianos, antihaitianos ?
Récemment les gens de la frontière offrent une leçon intéressante au pays
et abordent sa relation avec le voisin à partir des convenances identifiées
mutuelles et non depuis les considérations idéologiques
Haroldo Dilla Alfonso
Taille du texte : Augmenter Diminuer Rétablir

Pendant des décennies la population dominicaine a été socialisée dans une
série de valeurs de rejet à à tout “ lui haitien ”, depuis l'immigrant
constant et sonante jusqu'à ses différentes manifestations culturelles. Al
dire de l'intellectuel dominicain éminent Andres L. Mateo, la dominicanidad
a été dépouillé de ses valeurs propres au prix de souligner de la
différence avec lui “ opposé ”, la haitianidad.

Ça a été une idéologie antihaitiana organique à la manière comme Haïti et
ses habitants ont été subordonnés dans le schéma productif de l'île (et des
Caraïbes en général) depuis le début de siècle : comme fournisseur de main
d'oeuvre bon marché et menacée. ET une idéologie finalement consacrée dans
les étagères officielles de la dictature trujillista.

Les expériences migratrices de de ce qui est dominicains, les contacts
culturels des deux nationalités, l'augmentation du niveau éducationnel, en
résumé, la vie elle-même, ont changé heureusement cette situation. ET bien
qu'encore aujourd'hui il existe des personnes avec des idéologies nettement
antihaitianas (comme aussi il existe des haitiens avec des idéologies
nettement antidominicanas) celles-ci elles ne sont pas représentatives et
on ouvre pas un éventail de perceptions nuancées qui n'entrent déjà pas
dans les simplicités extremistas des AVANTAGES et des CONTRES.

Un cas particulièrement complexe est celui de la frontière, surtout depuis
qu'au début des 90s on a ouvert l'activité commerciale et on a intensifié
les contacts personnels. En ce sens, la question est, comme perçoit
l'habitant de la frontière à ses voisins haitiens ? Peut être dit qu'est-il
antihaitiano (comme souhaiteraient-ils ceux qui imaginent comme un “ bord
de la patrie ”) ou croissantement solidaire et hermanado avec ses voisins
occidentaux, comme soupçonnent-ils dans le côté opposé du spectre ?

Je clarifie que ce il n'est pas mon domaine d'un plus grand intérêt. ET
pour cela je veux inviter au collègue Sobeida Jesus, celui qui prépare une
étude enjundioso sur le sujet, à auquel il écrit rapidement un article plus
documenté relatif à à cela. Maintenant seulement désir avancer quelques
idées basées une enquête développée récemment dans trois provinces (Elías
Ananas, Bahoruco et Indépendance), où, avec l'autorisation de l'institution
protectrice, nous incluons plusieurs questions sur le sujet.

Cette enquête a été appliquée à 262 personnes provenant d'un univers de
bénéficiaires de microcrédits. Par conséquent il nage il permet d'assurer
qu'il s'agit de personnes représentatives de la population locale, mais non
plus rien ne permet de le nier. En dernier ressort nous pouvons assurer que
sa composition est très semblable à la population adulte de ces provinces
avec de légères déviations en ce qui concerne les indices de masculinidad
(ici il y avait davantage de femmes), à la proportion de jeunes (il y avait
moins jeunes) et ils étaient probablement aussi légèrement plus prospères
économiquement que la moyenne de leurs provinces respectives.

La première information est que près de la moitié des personnes enquêtées
ils affirment qu'ils soutiennent des relations économiques avec les
haitiens, et un peu moins de 20% les soutiennent fréquemment, en arrivant à
constituer un pivot économique de base de la famille. Mais dans une
province limitrophe comme Indépendance soutenait des relations 58% et avec
beaucoup d'intensité 32%. Je dois annoter que le fait que un cinquième des
familles dépendent de cette relation est une donnée notamment haut.

Ces relations étaient fondamentalement commerciales (achats et ventes de
produits dans plus de 50%) et dans une moindre mesure contractes de travail
(16%).

63% des personnes (84% de de ceux d'Indépendance) considéraient que sans
haitien la situation s'aggraverait ; 19% croyait qu'il serait égal et 11%
jugeait qu'il serait mieux. OU autrement dit, presque deux tiers de ces
personnes croyaient que la relation économique avec les haitiens s'avérait
bénéfique.

Toutefois, la situation est compliquée quand elle s'agira de définir que
type de contacts ils sont disposés à accepter : toujours plus de la moitié
(et plus de 80% en Indépendance) veulent continuer à traiter, ou approuvent
qu'elles continuent à venir à travailler ou visiter. Mais dans tous les cas
moins de 20% veut qu'ils vivent en République dominicaine.

Comme donnée finale ajouterait que ces attitudes variaient selon la
situation sociale de de ceux enquêtés. De sorte que les femmes, les jeunes
et les personnes avec un plus grand niveau éducationnel soient plus enclins
à accepter la relation avec Haïti. Ainsi, par exemple, 70% des
universitaires croyait que tout irait pire sans Haïti contre 56% de
personnes avec moins de quatre degrés. Une donnée encourageante qui doit
être apprécié.

En résumé, ces habitants de la frontière perçoivent aux haitiens à travers
un prisme utilitaire, de sorte que les acceptent comme indispensables mais
ils n'aiment pas comme voisins.

Cela signifie deux choses.

D'abord, que dans la même mesure dans laquelle l'ouverture frontalière est
allée presqu'exclusivement de la main du marché, il y a eu peu espace pour
favoriser les relations de “ solidarité et fraternité ” que quelques
institutions et ses porte-parole veulent voir à la frontière, en confondant
des désirs et des réalités. C'est le résultat, quant au reste, du manque
d'une analyse multiculturelle dans l'éducation.

Second que ceci n'est pas absolument négatif, et crois qu'il constitue un
premier pas d'avance pour l'entendement nécessaire entre les deux
populations, même s'ils conservent leurs textures culturelles, leurs styles
de développement et ses souverainetés politiques. Mais seulement un premier
pas qui doit continuer se dans de plus grands efforts à la recherche de
l'institutionalisation et du développement frontalier.

Récemment les gens de la frontière offrent une leçon intéressante au pays
et abordent sa relation avec le voisin à partir des convenances identifiées
mutuelles et non depuis les considérations idéologiques qui sont
préconisées dans les deux extrémités. ET il clame par des politiques
adéquates à cette réalité complexe qui ne veut pas admettre les simplicités
mentales des AVANTAGES et les CONTRES.

Donnons le mot aux gens de la frontière. Ils ont droit.

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